De la odontología a los negocios y los viajes

Crecí viendo árboles, aviones a chorro en la distancia y riachuelos; crecí cantándole a don y doña árbol, así cuentan. Recuerdo la sensación de la libertad cuando somos niños, que parece que caminas sobre el planeta 🌍, que gira incansablemente. Lo soñadora se me fue pasando con los años: con la escuela, las exigencias y las buenas notas. De repente despiertas en una silla dental, trabajando de 9am a 8pm en silencio, ya sin cantar (si había confianza con mi paciente, sí, pero bajito 👀). Seguí así, en silencio y atrapada entre una muela 🦷 y una mascarilla; es como un micromundo que tenemos los dentistas, y que termina con un perfecto pulido brillante de la muela tapada y, bueno, uno no aterriza hasta que te encuentras contigo mismo. No quiero aburrirte; soy una odontóloga con vocación infinita en crear sonrisas pero que se sintió inmensamente atrapada en el trabajo operativo. Lo que a mí me gusta es cantarle a los árboles. Soy emprendedora, vendedora de cuchuflis en mis inicios y de un sin fin de cosas posteriores, amante de los viajes y/o de las experiencias que te permites vivir cuando aterrizas. Yo aterricé en Madrid, soy estudiante de un Máster en Administración y Dirección de Empresas en una Escuela de Negocios, y tengo 2 empresas trabajando sin mí en el proceso operativo. Metí mis sueños en una maleta y me aventuré a conectar con mis pasiones, a cantarle a mis árboles: los negocios y los viajes.